​En 2022, Yolanda Relinque inicia un nuevo proyecto comprometido y prospectivo, dentro de una trayectoria artística que ha evolucionado desde 2011. Sus exposiciones recientes, como El agua se conoce por la sed o Mujeres de agua, muestran un cambio en su lenguaje visual. A través de una década de trabajo, Relinque ha integrado técnicas como la estampa, la porcelana o la escultura con textiles y yeso, destacando una figuración frontal y metafórica. Tras un periodo de dolor, decide resignificar su pensamiento desde lo plástico,  alejándose de la objetividad física para entrar en una reflexión conceptual. Se inspira en De la Aurora de María Zambrano y en el poema La aurora de Lorca, combinando ambas fuentes en su exposición De la aurora, desarrollando una imagen conceptual con materiales inusuales. Cada pieza remite a capítulos del libro de Zambrano y versos numerados del poema lorquiano. Zambrano defiende la «razón poética», donde imagen y símbolo son esenciales. Relinque recoge esa visión para explorar la luz materna del pensamiento, ese despertar que nace de la oscuridad. Su obra es un esfuerzo contemplativo y posimaginativo, una respuesta afectiva a la influencia recibida. Entre los capítulos “Zambrano” y “Lorca”, crea más de cien piezas, de las cuales se exponen treinta y dos en II. Cáceres. Diviso. Lorca decía: «Interpretar siempre», lo cual significa asumir la influencia para reafirmar nuestra individualidad. El arte es germinal y sensible, y la obra de Relinque no interpreta, sino que se convierte en metáfora pictórica. En la parte «Zambrano», destaca la luz y el origen prehumano; en la parte «Lorca», lo urbano sucio, éticamente incinerado, casi tóxico. Finalmente, la aurora se convierte en una línea de horizonte: el «paisaje facultativo» que se aparta del paisaje turístico y postal. Es el paisaje del ser, uno íntimo, introspectivo y razonado, que representa cada etapa sensorial de nuestra existencia.

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Comisariado: Alberto Carton